Día 2 de la Novena a San Agustín de Hipona

En el Día 2 de la Novena a San Agustín, nos sumergimos aún más en su legado espiritual. Este día nos invita a explorar las profundidades de sus enseñanzas y reflexiones, buscando inspiración para fortalecer nuestra conexión espiritual y encontrar propósito en cada paso que damos.

Por la señal de la Santa Cruz,

de nuestros enemigos,

líbranos, Señor, Dios nuestro.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

Oración Inicial

Peregrino y enfermo vuelvo a ti, Dios mío, cansado de peregrinar fuera,

y agobiado por el peso de mis males.

He experimentado que lejos de tu presencia

no hay refugio seguro, ni satisfacción que dure, ni deseo que dé fruto, ni bien alguno que sacie los deseos del alma que creaste.

Aquí estoy, pobre y hambriento. ¡Dios de mi salud! Ábreme las puertas de tu casa: perdóname, recíbeme, sáname de todas mis enfermedades’, úngeme con el óleo de tu gracia, y dame el abrazo de paz que prometiste al pecador arrepentido. ¡Oh Verdad! ¡Oh belleza infinitamente amable! ¡Qué tarde te amé, hermosura siempre antigua

y siempre nueva! ¡Qué tarde te conocí!

¡Qué desdichado fue el tiempo en que no te amé ni conocí!

(Confesiones X)

 

Día 2 de la Novena a San Agustín

Lectura

Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas.

También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor.

Jn 10,14-16

 

Reflexión

No recogéis a las descarriadas, ni buscáis a las perdidas. En este mundo andamos siempre entre las manos de los ladrones y los dientes de los lobos feroces y, a causa de estos peligros nuestros, os rogamos que oréis. Además, las ovejas son obstinadas. Cuando se extravían y las buscamos, nos dicen, para su error y perdición, que no tienen nada que ver con nosotros: «¿Para qué nos queréis? ¿Para qué nos buscáis?» Como si el hecho de que anden errantes y en peligro de perdición no fuera precisamente la causa de que vayamos tras de ellas y las busquemos. «Si ando errante –dicen–, si estoy perdida, ¿para qué me quieres? ¿Para qué me buscas?» Te quiero hacer volver precisamente porque andas extraviada; quiero encontrarte porque te has perdido.

San Agustín Sermón 46

 

Padre Nuestro

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu Reino;

hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy

nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal.

Amén.

 

Ave María

Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo.

Bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén.

 

Gloria

Gloria al Padre

y al Hijo

y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,

ahora y siempre,

por los siglos de los siglos.

Amén.

 

Oración Final

Señor, estabas dentro de mí, pero yo de mí mismo estaba fuera.

Y por fuera te buscaba… Estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.

Me mantenían alejado aquellas cosas que, sí en ti no fuesen, no existirían.

Pero me llamaste, gritaste, derrumbaste mi sordera. Brillaste, resplandeciste, ahuyentaste mi ceguera. Derramaste tu fragancia, la respiré y suspiro por ti. Gusté, tuve hambre y sed.

Me tocaste y ardo en deseos de tu paz.

Llegar a conocerte, Dios mío, de manera que te ame y no te pierda.

Entender quién soy, de tal forma que me desapegue de mis intereses y no me busque en vano en nada.

Sentir un amor profundo hacia ti, Dios mío, riqueza de mi alma, para estar siempre contigo.

Morir a mí mismo y renacer en ti.

Concederme ser tu única vida verdadera y mi salud perfecta para siempre.

Amén.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

Día 2 de la Novena a San Agustín

En este enriquecedor Día 2 de la Novena a San Agustín, nos llevamos con nosotros la sabiduría que hemos descubierto. Que sus palabras continúen guiándonos, enriqueciendo nuestro viaje espiritual y llevándonos hacia una comprensión más profunda de nuestra espiritualidad y propósito en la vida.

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