Día 5 de la Novena a Santo Tomás
En el quinto día de nuestra novena a Santo Tomás de Aquino, nos enfocamos en la justicia. Este santo doctor de la Iglesia nos inspira a vivir vidas justas y a contribuir a la construcción de un mundo más equitativo. Busquemos su intercesión para guiar nuestras acciones con justicia.
En el nombre del Padre
y del Hijo
y del Espíritu Santo.
Amén.
Oración para todos los días
A Vos, Dios mío, fuente de misericordia, me acerco yo, inmundo pecador, para que os dignéis lavar mis manchas. ¡Oh Sol de justicia, iluminad a este ciego! ¡Oh Médico eterno, sanad a este miserable! ¡Oh Rey de reyes, vestid a este desnudo! ¡Oh mediador entre Dios y los hombres, reconciliad a este reo! ¡Oh buen Pastor, acoged a esta oveja descarriada! Otorgad, Dios mío, perdón a este criminal, indulgencia a este impío y la unción de vuestra gracia a esta endurecida voluntad. ¡Oh clementísimo Señor!, llamad a vuestro seno a este fugitivo, atraed a este resistente, levantad al que está caído y una vez levantado sostenedle y guiad sus pasos. No olvidéis, Señor, a quien os ha olvidado, no abandonéis a quien os abandonó, no desechéis a quien os desechó y perdonad en el cielo a quien os ofendió en la tierra.
Amén.
Oración a la Santísima Virgen
¡Oh bienaventurada y dulcísima Virgen María, océano de bondad, Hija del Rey soberano, Reina delos ángeles y Madre del Común Criador! Yo me arrojo confiado en el seno de vuestra misericordia y ternura, encomendándoos mi cuerpo, mi alma, mis pensamientos, mis deseos, mis afectos y mi vida entera, para que por vuestro auxilio camine yo siempre hacia el bien según la voluntad de vuestro amado Hijo, N.S. Jesucristo.
Amén.
Quinto Dia: Objetivo Vastísimo de la Sabiduría
Es la humildad una virtud que refrena el apetito y le contiene para que no tienda desmesuradamente a objetos elevados y excelsos. El humilde que, según San Isidoro, equivale inclinado hasta la tierra (humi acclivis), considerando sus imperfecciones y defectos, se juzga siempre ruin y pequeño, y a semejanza del Patriarca Abraham exclama en su oración: Hablaré al Señor mi Dios, no siendo más que polvo y ceniza. Y esta abyección del humilde, no debe sólo consistir en apariencias y exterioridades pues a esta falsa humildad llama San Agustín gran soberbia, sino que debe radicar en el sentimiento íntimo del alma ya que en el secreto del corazón consiste el mérito verdadero de las virtudes. Este abatimiento humilde y sincero del corazón, puede y debe hallarse en todos los hombres, por muy excelentes y perfectos que parezcan, puesto que comparada esa excelencia y perfección con las riquezas y maravillas de Dios, manifiesta la pequeñez de la criatura pudiendo todas ellas decir con Isaías: Todas las gentes delante del Señor son como si no existiesen. Ejemplos fecundísimos de humildad, los encontramos en los santos más esclarecidos y singularmente en María, que al verse saludada como Madre de Dios, se tenía por sierva y esclava del Señor, y en el mismo Jesucristo que siendo el Unigénito del Padre, decía a sus discípulos: Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. Necesario es, pues, que el verdadero cristiano, conociéndose a sí mismo, reprima sus afectos y su orgullo no buscando lo que no puede adquirir, y palpando sus defectos a imperfecciones modere sus apetitos y los contenga dentro de los límites de la más profunda humildad, para que así tanto más sea ensalzado por el Señor cuanto más se humillare y abatiere y como dice San Agustín, postrado y humillado ante su Dios, sea levantado y engrandecido por la gracia.
EJEMPLO
Desde que Santo Tomás siendo niño de cinco años disputaba con los monjes de Monte Casino preguntándoles sobre la existencia y los atributos de Dios, hasta que condecorado por las Universidades más celebres del mundo, explicaba como maestro soberano las cuestiones más abstrusas de la razón y de la fe, la sabiduría en su más hermoso sentido fue la compañera inseparable de su vida y el norte luminoso de todas sus operaciones. A semejanza del Divino Maestro, crecía el Santo Doctor en sabiduría y en edad en presencia de Dios y de los hombres y no hubo ocasión o circunstancia en que ese espíritu de entendimiento y ese don de sabiduría no apareciesen con purísimos destellos de amor y de caridad. Cada artículo de la milagrosa Suma, cada punto de sus variadísimas cuestiones, cada pensamiento de sus fecundas enseñanzas, cada argumento de sus poderosas razones, son otros tantos reverberos de celestial sabiduría, indicios peregrinos de la virtud hercúlea de la mente angelical de Tomás. El mismo insigne Doctor afirmaba que cuanto sabía, era regalo del cielo y que más aprendió a los pies del Crucifijo que revolviendo las obras de los sabios. Y como el cielo veía tan maravillosamente dispuesta el alma de Santo Tomás para recibir la lluvia abundantísima de la ciencia, caía esta sobre las facultades angélicas trocada en roció de plata y de perlas con que se enriquecían como por encanto divino todas las potencias de Santo Tomás. ¡Oh si todos los verdaderos amantes de la sabiduría, los filósofos legítimos imitasen al Rey de la ciencia cristiana en disponer su alma para la contemplación serena de la luz y para el sentimiento inspirado en caridad!… Menos aparatosa sería entonces la ciencia y más sólidos sus principios; habría más sabios y menos charlatanes y abundaría algo más el sentido común y la honradez ganando el campo a la desvergüenza y a la más absurda arbitrariedad que vemos en los reglamentos con que se pretende regenerar la ciencia y levantar á hermoso pedestal la tan cacareada y mal entendida sabiduría.
(Ahora pídase la gracia especial que se quiera conseguir y luego rézense tres Padrenuestros y Avemarías con su Gloria Patri en reverencia de la humildad, sabiduría y pureza angelical de Santo Tomás de Aquino).
Antífona
¡Oh Santo Tomás, gloria y honor de la Orden de Predicadores! Transpórtanos a la contemplación de las cosas celestiales, tú que fuisteis maestro soberano de los sagrados misterios.
V. Ruega por nosotros, Santo Tomás.
R. Para que nos hagamos dignos de las promesas de Jesucristo.
Oración Final del Día 5 de la Novena a Santo Tomás
Gracias, os doy, Señor Dios mío, y Padre de misericordias, porque os habéis dignado admitirme, a mí pobre pecador e indigno siervo vuestro, a la participación gratuita de vuestra gracia en el secreto de la oración. Yo os ruego que esta comunicación de mi alma con Vos no sea castigo de mis culpas, sino prenda segura del perdón de mis ofensas, armadura finísima de la fe y escudo invulnerable de mi corazón. Concededme la remisión de mis faltas, el exterminio de la concupiscencia y de la sensualidad, el aumento de la caridad, de la humildad, de la paciencia, de la obediencia y de todas las virtudes; defendedme de las asechanzas visibles e invisibles de los enemigos; dadme el sosiego inefable de mis apetitos y de todos mis afectos para que así pueda unirme mejor a Vos que sois mi felicidad y descanso. Suplico también. Dios mío, que después de mi muerte, os dignéis admitirme a la Pascua celestial y al convite divino donde Vos en unión del Hijo y del Espíritu Santo, sois luz verdadera, abundancia perfecta, gozo sempiterno, alegría consumada y felicidad sin medida.
Amén.
Día 5 de la Novena a Santo Tomás
Finalizamos el quinto día de nuestra novena reflexionando sobre la importancia de la justicia en nuestras vidas. Oremos para que Santo Tomás de Aquino nos ayude a ser agentes de justicia en un mundo que lo necesita.